El agua que no cesa de caer, la Corona que tiembla, atropellada por los riffs stoneros y la serie de eventos desfavorables que le sacan las ganas de volverse productivo a cualquiera, me obligan a depositar mis frustraciones una vez más aquí, en este espacio de mierda.
Justo hoy, en el día de la madre, esa madre que me engañó toda mi vida, que me hizo creer que iba a estar ahí siempre, que, sujeta a la teoría, venía recetándome lo necesario para subsistir decentemente. A la que tanto quise, que quizá siga queriendo, pero que nunca voy a poder a mirar de la misma manera, porque una noche de lluvia (otra) se cortaron los hilos de la desgraciada careta, dando plena vida a ese ser dantesco, contenido generalmente por la benévola fachada.
Es admirable la infinita cantidad de personas que habitan dentro nuestro. Es admirable todavía más cómo algunos pueden convivir con ellas, utilizando sólo una, la más aceptable en términos sociales. Otros tropiezan y van cediendo lugar para que asciendan de a una a la superficie, hasta que el abarrotamiento las enajena. Esta es la primera página del manual de la atomización familiar. Yo ya leí el libro muchas veces, y estoy, estamos por alcanzar la bibliografía. Todo condicionado por siderales índices de orgullo que, como en la mayoría de los casos, no hacen más que deteriorar la situación.
Desde el minuto cero, vengo profetizando la escisión y, lamentablemente, nunca me equivoqué. Todo se hace polvo, los soldados caen y el pelotón se desarma. Consecuentemente, la guerra se pierde y los sobrevivientes nos volvemos tristes a nuestros hogares. Dicen que todo empieza por casa, y asumo por lo tanto que mis dificultades encuentran su génesis ahí. Recapitulando ahora, me pongo mal, pero me fui acostumbrando involuntariamente a desenvolverme solo. Nunca tuve la oportunidad de querer a alguien ahí, donde uno aprende a querer y, al no haber aprendido, tiendo a querer en demasía y muy rápido. Error.
Todo sumado a la provocadora presencia de mi hermana. Agradezco que no haya un día para ella también. Desde su infinito desprecio a lo intrafamiliar, supo aportar su granito de arena, su costa atlántica, para desmembrar lo que quedaba. Soberbia, indiferente, egocéntrica, un pergamino de calificativos despectivos podría escribir. Toda mi vida haciendo el esfuerzo por evitar que sea así. Hoy me pregunto para qué.
En un principio éramos muchos. Rápidamente pasamos a ser tres. Nunca se percataron de eso. Ahora nos toca ser uno. Yo no lo elegí, pero no tengo más alternativas y tengo certeza de que me va a ir bien.
Ahora sí, armemos juntos la lista negra:
•Madre
•Hermana
•Tíos
•Primos
•Padre
Espero que todos sepan vivir solos, o al menos despojados del enorme valor que la familia puede dar.
Sin más, me retiro. Para seguir pensando en ella, la única que, a pesar de no registrarme, me da ganas de seguir batallando.
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