Hace ya tiempo que vengo alimentando una loca idea que me revuelve la conciencia y desconcierta constantemente. Día tras día se fortalece, erige sus cimientos bien adentro y me impide disfrutar esa libertad que todos deseamos tener.
No puedo decir, sin embargo, que no haga lo que quiera hacer con mi vida, pero sí siento que en realidad, todo lo que hago es lo que alguien más espera que haga, lo que muchos otros esperan que haga. Es increíble, pero esa sensación de permanente vigilancia es indisoluble y no creo falte mucho para que comience a condicionarme.
Cualquiera que lea ésto se preguntará qué clase de estupefaciente consumo frecuentemente, o en qué instituto me encuentro en la actualidad, pero la verdad es que estoy en mi casa, aparentando libertad, con un desasosiego terrible.
Inexorable será, si realmente está pasando algo más allá de mi entender, comprender la verdad por falencias propias de terceros que me permitirán alcanzar la libertad pretendida, pero no estoy para profetizar nada. Espero con ansias ese día, eso sí.
El inexplicable fluir de ciertas cuestiones en mi vida despierta en mi cabeza una necesidad de conjeturar con temerosa imprecisión, creando improbables teorías. Con ésto me refiero, claro, a situaciones supraracionales, a momentos de dudosa fachada actoral, de accionares indiscretos, de conocimientos inentendibles. Las personas conocen verdades que jamás di a conocer. Las personas, a veces, se dirigen a mí como si se tratara de alguien especial, diferente, cuando apenas me conocen. Sentencias de sopetón, de personas inesperadas me hacen dudar de mi propia existencia.
La paranoia es inevitable, e intolerable en cierto modo, haciéndome reflexionar permanentemente sobre mi vida, sobre mis formas, mis acciones, mi yo. Ese yo que carece de soberanía, que no puede sincerarse consigo mismo por no saber qué pasa aún por fuera. Es entonces cuando me invade la depresión, esa que tratamos de desdeñar pero que finalmente se apodera vilmente de nosotros con total brutalidad.
Voy a intentar, aunque cueste, seguir adelante, olvidar y volver a olvidar mi locura, aguardando extasiado la espontánea llegada de la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario