Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad; desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no me asusta, es casi olímpica.
Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos, siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.
sábado, 21 de septiembre de 2013
martes, 17 de septiembre de 2013
Las ventajas de ser invisible
No tenía ganas de leer esa noche, así que bajé al piso de abajo y vi un anuncio de media hora sobre un aparato de gimnasia. No dejaban de bombardear con un número de teléfono, así que llamé. La mujer que respondió se llamaba Michelle. Y le dije a Michelle que era un chico y que no necesitaba un aparato de gimnasia, pero que esperaba que tuviera una buena noche.
Entonces Michelle me colgó. Y no me importó nada.
Entonces Michelle me colgó. Y no me importó nada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)